jueves, 20 de septiembre de 2012

El poder de la oración tenaz

No importa nuestro idioma ni el templo a que vayamos si de verdad sentimos que estamos hablando con un Padre Celestial que oye nuestros buenos sentimientos y deseos.

Estos días estoy leyendo unas revistas que nos obsequiaron en la calle, son de esos señores que van de puerta en puerta hablando a la gente sobre la Biblia y la forma como ellos piensan que debemos ser. En casa, cuando vienen, les escuchamos pero diciéndoles que no tenemos mucho tiempo. Entonces nos hablan y explican un poco, y se van.
Algunas personas les tienen desprecio y les tratan mal. Eso me pone triste.
Mi familia es católica, pero algunos de mis tíos son Evangélicos; uno de ellos, que ya está en el Cielo, fue Testigo de Jehová; otro de mis tíos es mormón, y todos ellos son muy buenos y queridos para mí, cuando solían reunirse lo pasaban muy bien. Ahora viven en diferentes ciudades.
No entiendo por qué las personas de diferentes religiones se tienen recelos o desconfianza, e incluso pueden llegar a pelearse, si mis tíos se aprecian entre sí y nunca les he visto discutir por esas cosas.
Todos ellos me hablan de que Dios, si crees en Él, oye por igual a todos si nos dirigimos con el corazón sincero, y que eso de las religiones es sólo un detalle que para Él no significa nada, porque lo que importa realmente es la pureza de nuestro corazón.
Si una oración se hace en la montaña, en el campo, en un camino, al borde de nuestra cama o en una lujosa catedral, eso no le importa a Dios; lo que le importa es que se haga con el mayor convencimiento y fuerza posibles.
Esa es una oración tenaz, es decir, tan fuerte como lo más fuerte.
Casi todos en el mundo creemos en Dios, aunque sea con diferentes nombres: Dios, Yavé, Jehová, Alá, Pachacámac, etc. Esas formas de creer y pensar deben respetarse porque significan lo más sagrado para esas personas.
Pienso que incluso quienes dicen no creer en Dios, o que no existe, tienen alguna forma de fe o creencia, que también debemos respetar.
Rezar, orar, es como pensar en nuestras vidas, y desear que todo sea mejor; es como alimentarnos de fuerza para seguir adelante.
Por eso, el poder de la oración es la fuerza de que se viste nuestro ánimo, y si esa fuerza es grande, podemos lograr grandes cosas.
Así pienso yo.
Chau.

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