jueves, 22 de marzo de 2012

Digamos No a la mochilas super pesadas

Cuando los niños somos obligados a cargar mochilas con tantos materiales que a veces ni siquiera utilizamos en la escuela podemos tener lesiones en la espalada que nos pueden durar incluso toda la vida.

Talvez no les pase a todos los niños, pero en varias escuelas, los maestros y maestras nos exigen llevar muchos materiales a las clases, con lo que nuestros maletines y mochilas se hacen muy pesados.
Tengo un amiguito que asiste a otra escuela que la mía. Su profesora le pidió al comenzar el año un cuaderno separado para cada materia, cada uno de 100 hojas, anillado y de color forzosamente azul, un diccionario grande que tiene como 500 páginas. Todo ello y sus libros, más el peso de la mochilla y algunas cosas más, pesan como 6 kilos. Sólo el diccionario pesa casi un kilo. Y debe ir y venir de su escuela a pie, caminando como 12 manzanos.
A dos meses de clases, cuando le visité en su casa, pude ver que muchos de sus útiles ya estaban ajados, con hojas dobladas “con orejas”, su diccionario casi partido en dos. Y lo peor, en cada cuaderno apenas había usado como 5 hojas. O sea, ha llevado y traído tantas cosas para casi nada. El año pasado había sido casi igual, en muchas materias no había usado ni siquiera la mitad de las hojas, y estas terminaron en la basura porque estaban ajadas para usarlas otra vez.
Felizmente mi profesora nos ha pedido carpetas, así se llaman en mi país a unas tapas con cordones a las que se añaden hojas según se vayan necesitando, también un diccionario pequeño “para emergencias” y otro granda, ya el año pasado, “para la casa”. Pero aún así, el día que además me toca Música, Talleres, Inglés, etc., mi mochila es un poco pesada.
Pobre de mi amigo que debe llevar y traer cada día casi todo, a veces para nada…!
En casa me han dicho que cuando somos pequeños nuestros huesos no pueden soportar aun mucho esfuerzo, y si les exigimos demasiado terminan creciendo mal o con debilidades. De ahí las personas con la espalda doblada, o los hombros desiguales. No hace falta ser médico para darse cuenta de esas cosas, verdad?
Pero hay profesores y profesoras que no entienden estas razones; piden, piden y piden…
Si mi amiguito pesa 30 kilos y su mochila 6, eso equivale a que un profesor que pesa 75 kilos tenga que cargar a pie cada día 15 kilos…, a ellos les gustaría? Seguro que no…
Aunque algunos colegios tienen casilleros para dejas algunas cosas, tampoco se pueden tener el doble de cosas para la casa y el colegio.
En cursos superiores hay horarios por materias, y eso es una facilidad; pero en primaria, al menos en mi país, una sola profe nos enseña la mayor parte, y ahí está el problema de llevar y traer todo.
Algunos chicos llevan mochilas con rueditas, y aunque es un alivio, el bulto sigue siendo bulto…
Por eso les digo a los profesores que pidan sólo lo que se necesita, y cuanto se necesita. Porque hasta bien avanzado el año escolar, llevamos y traemos grandes cantidades de hojas vacías, y libros que hemos leído sólo unas cuantas páginas. Y los útiles se pueden perder, deteriorar, manchar, nos pueden robar… y lo peor es que nuestras espaldas se pueden dañar.
Por favor, sean razonables.
Es lindo tener muchos libros, cuadernos, colores, reglas, un buen diccionario con dibujos en colores, cancioneros, cuadernos para cada tipo de trabajo, etc.; pero ya no es tan lindo llevar y traer todo cada santo día, como escarabajos atormentados, o como condenados con sus cadenas a la espalda.
Y ustedes, amiguitos, no se queden callados, hablen de esto con sus papás, sus compañeros, y si se puede, con sus profesores, que hablando se entiende la gente, verdad?
Otro día les contaré mis demás pensamientos y opiniones.
Se cuidan.
Chau.

jueves, 8 de marzo de 2012

Decir gracias sonriendo vale doble

No basta con agradecer porque hay agradecimientos que equivalen a una patada especialmente si es por algo bueno que otros hacen por nosotros sin esperar que les devolvamos el favor o la ayuda que nos dan.
Desde que somos pequeños nos enseñan en la casa a decir “por favor” y “gracias”. Estas palabras son como llaves para que los demás sean amables y nos puedan ayudar. Es que siempre necesitamos de los demás para vivir. Ayudar y recibir ayuda es algo que nos pasa cada día.
Pero a veces sólo nos preocupa recibir ayuda y no damos importancia a que también nosotros debemos ayudar, y agradecer. En casa me cuentan que mi hermano Pedro cantaba una canción hermosa sobre la ayuda; era antes de que yo nazca, una parte más o menos dice así:

Ayudemos, ayudemos,
Es hermoso saber dar;
Poco a poco lograremos
La tristeza desterrar…

Debemos ser agradecidos con todos, y especialmente con Dios, porque solos no podemos ni siquiera vivir mucho tiempo en este mundo.
Cuando vamos en bus que en mi país llaman micro, o compramos algo oigo que los de mi familia siempre dicen “gracias”. Un día pregunté por qué lo hacen si les estamos pagando, porque se trata de una compra y no es realmente un favor.
Y mi mami me dijo: “si no hubiera el bus ni el conductor tendríamos que ir caminando lejos aunque tuviéramos mucho dinero, y si no hubiera la señora de las verduras ni modo de poner nuestros billetes a la olla o el plato”.
Y tiene razón.
Cuando compramos algo, o alguien nos hace un servicio, aunque cobre, se preocupa de que quedemos contentos. El pan, la verdura, el transporte o las golosinas tienen su precio que les pagamos; pero la amabilidad de la vendedora o el joven que maneja el bus, que nos espera al subir o bajar, que nos permite escoger lo que nos gusta, que a veces nos cobra un poco menos cuando se lo pedimos, y lo que está cada día esperando a que les compremos nuevamente, eso no lo pagamos, porque no tiene precio. Y eso a veces vale mucho más.
Por eso debemos ser agradecidos.
Cuando decimos gracias de mal humor, es como si no lo dijéramos, sería preferible irnos en silencio porque más parece un insulto. Pero cuando agradecemos con respeto y una sonrisa, sintiendo de verdad, eso vale más que el dinero.
Es importante y valioso decir Gracias, pero también es muy importante decirlo con verdadero agradecimiento y no sólo por obligación.
Así que ya sabemos: decir Gracias “como sea” no está tan mal, pero decir gracias con todo nuestro corazón vale el doble.
Y no nos cuesta nada…
Chau, amiguitas y amiguitos del Internet.

domingo, 4 de marzo de 2012

Debemos contarlo todo a nuestros padres

Porque son ellos quienes mejor nos aman deben saber todo lo bueno o malo que nos ocurre para que nos ayuden y defiendan mejor en los problemas y peligros que nos amenazan en todas partes y en todo momento.
Ustedes les cuentan todo a sus papás? Yo sí.
Cuando voy a la escuela la paso muy bien con mis profesores y compañeros. Pero a veces tengo algunos problemas con las lecciones difíciles o con algunos chicos que se portan mal. Felizmente mi profesora es muy exigente con el orden y el comportamiento, y no permite que sus alumnos peleen ni se hagan daño.
Una vez un alumno de curso superior trató mal a mi amigo y le hizo llorar. Yo le dije a solas que les avise a sus papás para que reclamen; pero él me dijo que si hacía eso los demás se iban a reír pensando que es un miedoso y diciendo que “esta gallinita se avisa todo a sus papis”.
A veces las personas malas dicen que avisar o contar a nuestros papás lo que nos ha pasado no es de valientes, y eso lo hacen sólo los miedosos. Entonces, si nuestros padres van a la escuela a reclamar ellos están en problemas porque se descubre su maldad. Y después, en el patio o en las salidas se burlan, y por eso muchos prefieren soportar en silencio los maltratos de los grandulones, o incluso de algunos profesores torpes, que los hay, pero en mi colegio no, ¡más bien!
Si no contamos en casa lo que nos ocurre afuera puede ponerse peor cada día.
Felizmente ese chico malvado ya no volvió este año a mi colegio y mi compañero ahora está más tranquilo. A mí nunca me dijo ni me hizo nada porque nunca llego solo a la escuela, ni me voy solo. Seguramente lo haré cuando sea un poco mayor pero en ese caso ya sabré defenderme y hacerme respetar.
Algunos niños llegan solos a la escuela porque sus padres pueden llegar muy tarde al trabajo, eso se puede entender. Pero es lindo que alguna vez les lleven o recojan de las clases, porque así conocen a sus amigos, hablan con los profesores y, lo mejor, les compran cosas ricas antes de llegar a la casa. Además, los chicos grandes y malos ya tienen más cuidado porque nuestros padres siempre nos defienden.
Lo importante es contarles todo a nuestros padres desde la primera vez. Y no hay que tener vergüenza ni miedo. Ellos son como ángeles que nos protegen.
Cuando ven que nadie nos defiende, las personas malas se entusiasman molestándonos y a veces nosotros mismos ya no tenemos el valor de buscar ayuda; pero si nuestros padres saben lo que nos pasa, es más fácil que nos defiendan y es más difícil que la maldad se haga más grande.
Por eso, si tienen un problema y les dicen “cuidado con contártelo a tus padres” les aconsejo que les respondan: “mejor cuidado tú, que les contaré hoy mismo y mañana vendrán a que te pongan en tu lugar…”
Contarlo todo a nuestros padres no es de cobardes, más bien es de valientes. Además, es una demostración de amor.
Qué tal? Es así, verdad?
Chau–las, ji ji ji…