jueves, 26 de diciembre de 2013

Aquí Canta Bolivia y yo – parte 2

Haber participado en el mayor festival musical del folklore boliviano fue una gran experiencia por su dificultad y todo lo que pude aprender para mi vida futura de artista.

To have participated in the biggest musical festival in the Bolivian folklore was a great experience for their difficulty and all that I could learn for my future artistic life.

Talvez no has leído aun:

Aquí canta Bolivia y yo – parte 1.

Luis Armando Gutiérrez de Ayra y yo.

Gerardo Arias de Savia Andina y yo.

Patricia Gonzáles de Surcos Bolivianos y yo.

Esther Marisol y yo.


Hola amistades. Ya les conté en la parte anterior de esta narración la forma como salí clasificado para la Final del Festival nacional de la Canción ”Aquí Canta Bolivia”. Entre que supe esta noticia y el inicio del Festival tuve que ensayar mucho, para hacer el mejor papel posible.

Llegado el día del inicio, por la mañana, hubo un desfile de las delegaciones por las calles de mi ciudad, Oruro, y luego la bienvenida a las delegaciones de todo el país, a cargo de la Gobernación. Así pude conocer a los demás artistas clasificados que llegaron de sus ciudades, y también a grandes personalidades de la música boliviana, como Patricia Gonzáles del programa Surcos Bolivianos de Radio Panamericana, Gerardo Arias de Savia Andina, Luis Armando Gutiérrez del grupo Ayra, Esther Marisol, la chaqueña de oro, y otros más. También nos entrevistaron radios y canales televisivos de mi ciudad y del interior del país.

Luego del acto de protocolo, supe que invitaron a todas las delegaciones a un almuerzo y un city tour por los lugares bonitos de mi ciudad Oruro. La verdad, me hubiera gustado participar, más por hacer amistad con tantos artistas de toda Bolivia; pero nos enteramos mucho después, por la noche, ya que en cuanto se pudo, Dimas, mi pá, y yo nos fuimos a casa, a ensayar, ensayar, ensayar, aparte de que mi mami, por su parte, estaba apurando lo del vestuario y esos detalles.
Casi al comenzar el Festival fuimos al Coliseo, con capacidad como para 20.000 personas, a observar el escenario y ver cómo habría de desempeñarme, pues me tocaba concursar el segundo día, es decir, al día siguiente (porque todo el Festival dura tres días).
El escenario y el espacio para el público eran impresionantes, me causaron gran temor. Era la primera vez que actuaría frente a tantísimas personas…

No fui a ver la primera fecha ya que Sergio, quien me asesoraba, aun no estaba conforme con mi desempeño, y exigió que siguiéramos afinando los dos temas de mi participación, la cueca “Gaviotas del mar” y el tinku “Mi llajtita”. Entonces, yo, Sergio con la guitarra y “toda la campaña”, mi prima Chela con el charango, mi tía Lilia con la percusión, mi hermano Pedro y nuestro amigo José Manuel Carpio con los vientos, mi mami Mirtha con mi voz, mímica, manejo en el escenario y todo lo demás, ensayamos hasta muy tarde.

La noche siguiente, cerca de la hora, fuimos al Coliseo y nos alistamos en el camarín. Me recordaron las principales reglas: no era un espectáculo sino un difícil examen de canto (la diferencia entre actuar y concursar), cantar “a la nota” correcta, cueste lo que cueste, no hablar nada ni tocar el micrófono, y varios otros detalles más, ya que todo buen Jurado Calificador se fija hasta en esos mínimos detalles.
Artistas, invitados, representantes de otras delegaciones, técnicos y muchos más entraban y salían apurados de los camarines. Cuando ya fue casi la hora, me pareció que estaba como en un sueño, porque imaginaba a la gente haciendo las cosas en cámara lenta; pero de repente mi mami me sacó de ese “medio-encantamiento” diciéndome que ya me estaban anunciando.

La hora de la verdad había llegado.

Salimos al escenario en grupo, mis instrumentistas se quedaron atrás y yo tuve que ubicarme adelante, solo, como debía ser. Y de pronto, al ver el público en la penumbra, los del Jurado Calificador al frente, en sus puestos, las cámaras de televisión, y lo demás, entendí que 20.000 ojos estaban sobre mí, y quién sabe en cuántos miles de pantallas de tele en todo el país me miraban, porque el canal estatal BoliviaTV lo estaba transmitiendo vía satélite, en vivo y directo.
Pero debía continuar y lo hice.

Por algún motivo técnico, yo no tenía buen “retorno” de los instrumentos, por la distancia y el murmullo no podía oírlos directamente, además el sonido de los altavoces gigantes se cruzaba con el eco en el Coliseo, tampoco podía mirar atrás, y acordándome de todo lo ensayado en casa traté de coincidir el ritmo lo mejor que pude. Entonces agradecí no haber ido a los almuerzos, paseos con las delegaciones, ir a ver la primera fecha y demás actividades bonitas, sino haber ensayado hasta tarde la noche antes.

Canté lo mejor que pude, como había ensayado. Parece que algunas cosas no las hice todo lo bien que se esperaba o se podía, porque Dimas me dijo que los últimos ensayos del día anterior, en casa, hubieran lucido mejor… pero es que el nerviosismo fue mi gran enemigo. Y para peor, no habrían semifinales sino que un intento nada más, y ya…

Todos salimos conformes. Luego me reuní con Dimas, a quien le pedí que por esa vez no estuviera cerca mientras actuaba para no ponerme más nervioso con sus exigencias (a veces es demasiado perfeccionista, y eso es hostigante). Terminamos de ver las demás actuaciones y, ya mucho después de medianoche, nos fuimos todos a nuestras respectivas casas.

La mañana siguiente recibí una lluvia de llamadas. Familiares, tías, tíos, primas, primos, amistades, varios compañeros de escuela, incluso mi abue René de Cochabamba y varias otras personas más me decían que lo había hecho bien, me felicitaban y deseaban suerte.

Sólo quedaba esperar los resultados y la decisión del Jurado Calificador.

El final de esta historia les cuento la próxima, aunque ya les adelanté que felizmente me fue bien. Chau.

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